El precio de los ordenadores

13-02-2009

Un artículo en The Economist sobre el precio de los ordenadores me recordó una reflexión que me pasó por la cabeza hace unos días al realizar una compra de material informático para la universidad. Entre paréntesis (pero sin paréntesis), diré que algo que no entiendo de las universidades (no solo la de Salamanca, me consta que en otras también es así) es que, cuando uno imaginaría que se pueden conseguir mucho mejores precios al hacer pedidos de valor considerable, la cruda realidad es que apenas encuentras tiendas que quieran trabajar contigo, porque la universidad no paga hasta dentro de varios meses. ¿No sería mejor pagar de forma razonable (digamos, en un mes) y poder tener la capacidad de negociar los precios con muchos proveedores? Pero bueno, esa es otra historia..

Entre el material a comprar estaban 5 ordenadores que deberían poder trabajar con aplicaciones 3D sin problemas. Eso implica amplia memoria RAM, procesadores decentes y tarjetas gráficas potentes. La cuestión es que los ordenadores (2GB de memoria RAM, 250 GB de disco duro SATA, grabadora DVD, tarjeta gráfica Geforce 8400 de 512MB y procesadores AMD Sempron LE1250), monitores multimedia de 19 pulgadas (la foto de la izquierda la tomé a uno de los equipos), con sus correspondientes teclados y ratones ópticos, costaron 400 euros cada uno (el sistema operativo no incluido, pero eso habría sumado solo unos 75 euros por Windows XP, o nada si ponemos software libre). Uno podría pensar que fue porque nos hicieron descuento, pero no es así (ya hay que dar gracias de que trabajan con la universidad). Esto quiere decir que por este precio se puede tener un ordenador con unas prestaciones muy superiores a las que un usuario común (no un jugador exigente o alguien que trabaje con edición de vídeo) necesitará nunca. La conclusión es que no necesitamos gastar 700-800 euros en los ordenadores que nos venden en los grandes almacenes (y que pensamos que serán más baratos por venderse ahí), sino que podemos tener equipos potentes por muy poco dinero si sabemos lo que queremos (dos horas de reloj estuve en la tienda negociando los componentes, características y marcas que finalmente llevarían los ordenadores). En las tiendas de informática podemos negociar lo que queremos en nuestro ordenador, mientras que en un gran almacén, la elección se limita a "este ordenador" o "este otro", en bloque y sin flexibilidad.

La reflexión que hacen en The Economist es en torno a la Ley de Moore (Gordon Moore fue cofundador de Intel, la marca líder en procesadores hoy en día), en la que se dice que cada 18 meses, más o menos, el precio de una determinada capacidad de computación baja a la mitad. O lo que es lo mismo, por el mismo precio, en 18 meses tendremos el doble de capacidad. Fue una observación que hizo en 1965, en términos muy técnicos y hablando de transistores y chips, pero que se aplica con éxito a capacidad de memoria, capacidad de disco duro, etc.

En el artículo de The Economist se cuestiona hasta cuándo llegará esta tendencia. Ahora mismo, los ordenadores que se venden tienen cada vez más capacidad innecesaria para cada vez más usuarios. Solo una minoría aprovecha esa capacidad extra que se dobla cada 18 meses. La cuestión es que la tendencia ahora parece que ha pasado de "por el mismo precio, tengo el doble de capacidad" a "por la mitad del precio, tengo lo mismo de hace 18 meses". Y la prueba la tenemos en la aparición de los "netbooks" o portátiles de gama baja. Según la empresa de estudios de mercado IDC, las ventas de netbooks ha pasado de 182.000 en 2007 a 11 millones en 2008 y se calcula que llegarán a 21 millones este año. Son portátiles con las características de hace dos o tres años, pero que a la mayoría de la gente le sirve perfectamente para ver el email, navegar por Internet, escribir algún texto y poco más.

En época de crisis, siempre toca poner los pies en la tierra y usar el sentido común abandonando lujos completamente innecesarios que no tenían ningún sentido. Por lo menos, esta crisis económica tiene el efecto positivo de premiar y fomentar la sensatez del consumidor, que no es poco...

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