Otra lengua a punto de desaparecer en México


A menudo los reclamos de los pueblos indígenas tienden a tener como punto central la restitución de tierras. Es muy comprensible y también claramente fundamental tener tu territorio, porque sin un título de propiedad, cualquier multinacional, terrateniente o político local podría echarlos de sus ancestrales territorios, a los que tienen un vinculación que puede llegar a ser milenaria.

Sin embargo, hay un elemento tan fundamental o más que la tierra para la supervivencia de una cultura, que constituye la misma esencia de la cosmovisión de un pueblo: la lengua. Este es un elemento que codifica toda la realidad, la forma de pensar y ver el mundo. La lengua es el límite del pensamiento. La forma en que nos expresamos refleja la forma en la que pensamos, la forma en que nos relacionamos con los demás y con el mundo. Lo que no podemos nombrar en la nueva lengua impuesta, deja de existir: sensaciones, sentimientos, entidades espirituales, etc.. Si no tienen traducción, terminan perdiéndose, normalmente para siempre. Los pueblos que pierden la lengua rápidamente adaptan las formas de comunicación (no solo verbales) de la cultura de la lengua impuesta y ese proceso de colonización es el más potente, de ahí que las lenguas de los pueblos indígenas, aún hoy en día, en muy pocos lugares tienen un espacio en el mundo oficial, en el Gobierno, en los medios de comunicación. En el mejor de los casos, se hacen guiños en forma de declaraciones que suena bien o en actividades sin transcendencia real, pues es muy peligroso para el colonizador cuando la lengua del colonizado gana hablantes y se hace fuerte, porque junto con la lengua va la cultura y cuando la cultura choca de frente en valores y objetivos con la del capitalismo occidental, entonces es peligrosa. Eso explica por qué los avances en este campo son prácticamente nulos en los hecho o meramente anecdóticos. 

Otra lengua a punto de morir en México

Salió en estos días una noticia de la Agencia EFE (lo cual quiere decir que salió el mismo texto en montones de diarios de todo el mundo) haciendo publicidad gratuita y sensacionalista sobre un documental financiado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) para Jóvenes Creadores (México) sobre los últimos dos hablantes de una lengua indígena en México, Manuel Segovia (75) e Isidro Velázquez (69).

Manuel Segovia, uno de los dos últimos hablantes de Nuumte Oote (México). Foto por Jaime Ávalos.


Al leer la noticia, me llamaron la atención varias cosas:

1) El sensacionalista y engañoso título del artículo: "El Zoque-Ayapaneco vivirá en un documental cuando mueran sus dos hablantes". Cualquiera pensaría que la lengua se va a salvar gracias al documental resultado de una beca para jóvenes que están empezando. Digamos "Un documental contará la historia de los dos últimos hablantes" o algo así, no hace falta confundir a la gente con la capacidad de recuperación lingüística de un documental aislado.

2) Sigues leyendo y casi te conmueves por la gran hazaña de la joven cineasta de 28 años que lo dirigirá: "Para mantener registrado en video lo que podrían ser los últimos suspiros de la lengua indígena, la cineasta mexicana Denisse Quintero decidió grabar un documental." Aunque luego se desinfle un poco la tremenda cruzada y termine diciendo, en el mismo artículo, "que no pueden esperar mucho, especialmente por la edad de los dos hablantes y la permanencia de sus recuerdos".

Y como una cineasta neófita va a entrevistar a los últimos hablantes (en su lecho de muerte, imagino, por eso de los "últimos suspiros"), y quizás pedirles que hablen algo en su lengua y subtitularlo, la lengua vivirá por siempre... Para qué van a mencionar al antropólogo lingüista de la Universidad de Indiana, Daniel Suslak, quien trabajó con los dos hablantes documentando sus palabras para hacer un diccionario, que es lo que permitirá que la lengua no desaparezca para siempre.

Un documental sirve para difundir, para dar a conocer, para crear conciencia, para movilizar.. (siempre que esté subido a Internet con acceso libre y gratuito, si no, se perderá en los archivos de los festivales donde se haya presentado y caerá en el olvido antes de ser siquiera conocido por la sociedad). Pero un documental, en sí mismo, no "documenta" una lengua, aunque se use misma palabra. La documentación de una lengua es un proceso mucho más lento y complejo. 

3) Si vas a hacer un documental para recordar la memoria de una lengua que se extingue (además de estos dos hablantes, solo tiene dos hablantes pasivos, el hijo y esposa de uno de los señores, que no podrán transmitir la lengua), estaría bien que se hiciera desde el respeto a esa cultura, que no llama a su lengua "Zoque-Ayapaneco". Ese es un nombre impuesto por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas de México, que no le debió gustar el nombre con el que los hablantes siempre conocieron su lengua: Nuumte Oote, que significa "La voz verdadera". Pero como está financiado desde el Gobierno que impuso el nombre, imagino que tampoco pueden salirse mucho del camino...

Reflexiones al respecto

Más allá de la frivolidad científica y el sensacionalismo con que se trata el tema, hay lecciones interesantes de esta situación. 

1) Pueblo indígena unido o pueblo indígena a los libros de Historia

Esos dos últimos hablantes que se mencionan no tienen trato entre ellos (no lo menciona en el artículo, pero ya se publicó el año pasado): "Ambos viven en la pequeña comunidad de Ayapan y, aunque sus casas están separadas tan sólo por 500 metros, no mantienen relación alguna desde hace años por un desencuentro del que se desconoce el origen" (Ver noticia completa). Es muy humano llevarse mal con otros, formar grupos enfrentados, etc. Sin embargo, la experiencia demuestra que los pueblos indígenas pagan muy caro esta falta de unidad: con su desaparición como pueblo, nada más y nada menos. Teniendo en cuenta que los pueblos indígenas americanos están colonizados y su voz es minoritaria en el nuevo sistema político y económico (normalmente incluso cuando son mayoría en número), la división interna es un precio que no se pueden permitir pagar si quieren sobrevivir como pueblo.

2) Cuando llegan las carreteras, llega la extinción

Hay un párrafo de cuando se comentó la situación de esta lengua el año pasado muy interesante por la relación entre extinción y carreteras: "Según información proporcionada por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), Segovia [uno de los dos últimos hablantes] les explicó en su momento que a mediados del siglo XX todavía quedaban casi ocho mil familias ayapanecas, y que a partir de la construcción de la carretera Villahermosa-Comacalco comenzó la migración de estos pobladores y, con ello, la paulatina extinción de su lengua."

En Chaco, la zona donde más trabajo con los pueblos indígenas, esto se percibe muy bien. El Pueblo Qom, que ocupa un amplio territorio, según vamos al sur, hacia la capital, en la zona de Colonia Aborigen, la lengua está en un estado muy débil. Sin embargo, en la zona más al norte (más lejos de la capital, hacia el Impenetrable), en Castelli, la lengua mantiene muy buena vitalidad. Respecto al Pueblo Wichí, en el corazón del Impenetrable, puede decirse que la práctica totalidad lo hablan y su comunicación en español muestra que esta lengua no tiene mucho uso entre ellos. Yo siempre les digo que en cuanto esos 285 kms de tierra y polvo sean de asfalto (y lo serán en algún momento), cuando el Impenetrable haya dejado de ser tan impenetrable, más vale que ya se hayan organizado y hecho fuertes o tocará prepararse a ser un recuerdo cultural como tantos otros pueblos indígenas que ya solo mantienen el nombre y el discurso. Es curioso que el Sr. Segovia recuerde la construcción de la carretera como el elemento que inició la extinción de su lengua... 

3) Diccionarios, documentales...hechos y gestionados por blancos sobre el indígena

Todas las medidas para documentar la lengua y difundirla son hechas desde el mundo del blanco. La propiedad intelectual de ese diccionario no será de los hablantes ni de sus familias y lo mismo con el documental. Podría decirse que tampoco todos los blancos saben hacer un diccionario o un documental, pero la diferencia es que hablamos de una relación desigual entre colonizador y colonizado, que implica una desigualdad económica y social muy obvia donde uno no tiene el acceso a las opciones que el sistema le presta al otro. Lo ideal sería que el indígena deje de ser únicamente un objeto de estudio (como animales o plantas) y pueda gestionar su patrimonio cultural y lingüístico participando más activamente en las decisiones que se toman al respecto, con el asesoramiento que sea necesario, pero siendo protagonista no solo de los estudios y documentales, sino también de las decisiones que se tomen sobre ellos.

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